"El Comercio" ha publicado un pequeño reportaje donde habla de Arthur Miller y de su obra, con algún comentario de las actuaciones
En 'Todos eran mis hijos' (1947) se trasluce la descomposición social estadounidense tras finalizar la II Guerra Mundial a través de una familia encabezada por un padre modélico y triunfador, Joe Keller (Carlos Hipólito, un actor que cada día posee más recursos y que fotografía los claroscuros del personaje), quien ha hecho su fortuna vendiendo piezas de aviones durante la contienda bélica.
La adaptación que subió ayer al escenario del Teatro Palacio Valdés, dirigida por el argentino Claudio Tolcachir, abrevia la extensión del texto de partida, lo que acaso contribuyó a dotarlo de mayor intención, bien que adelgazando matices posibles. No obstante, la esencia y la presencia de Miller permanecieron íntegros. El propio Tolcachir ha declarado que su ambición fue la de que la obra le invadiera, sin pretender poner su sello.
Los abordajes se sucedieron, dejando en entredicho los vínculos del poder y la ambición, los sentimientos de culpa difusos, las extrañas correspondencias familiares y su fondo de armario, la evolución de un conflicto que se va desenvolviendo de forma metódica y paulatina.
El televisivo Fran Perea (Chris Keller, hijo de la familia), en un papel crítico de su entorno, tuvo momentos convincentes. Pero fue Gloria Muñoz (Kate Keller, la esposa de Joe), que encarna a la falsa inocente quien mostró una enorme estatura de actriz. Destacan también las actuaciones de Manuela Velasco y María Isasi.
El público, que como siempre llenó la sala, aplaudió con el calor de quien sale con la lección aprendida y compartida. Hoy se representa en el Teatro Jovellanos.
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